jueves, 29 de diciembre de 2011

Quiza tenga flores en su ombligo, y ademas...

Dicen que las "mujeres buenas" van al cielo, y que las otras van donde quieren y cuando quieren. Pues bien, Olivia me parece que es de las otras. Sin atender a pronósticos ni fechas decidió que ya era suficiente y se dispuso a salir... y aquí está entre nosotros. 
Olivia Quintar - 23 de diciembre de 2011


Su tío, para quien todo se traduce a negras y corcheas, pensó que la dormiría con "Duerme changuito" de Atahualpa Yupanqui. Su padre, que tiene la sensación de que la vida va mas rápido que él, se emociona cuando escucha "Canción de cuna" de Los Piojos, y a su abuelo -quien comparte estas notas- se le vinieron muchas melodías... pero siempre se detuvo en esos acordes de George Harrison que decían "Aquí está el sol... y digo que todo está bien, muy bien !!!"
Comparto esos acordes.
Salu Olivia...!!!
Bien venida !!!

viernes, 23 de diciembre de 2011

Con mucho cariño, humor e ironía... Feliz Navidad

Feliz Navidad para todos... un abrazo grande de Medio lleno (y del gran Bombita Rodríguez)



lunes, 19 de diciembre de 2011

O'Donnel y Quiroga: ¿la monotonía como utopía?

Las opiniones que me llegaron (en forma electrónica o verbal) sobre la discusión que abrió la creación del Instituto Dorrego me hicieron volver a ver el programa de Hugo Quiroga, El refugio de la cultura, en donde se realiza una entrevista a Pacho O'Donnel y a Araceli Bellota .
El programa en cuestión (que habitualmente miro) tiene en esta entrevista mucha tela para cortar, y es particularmente rico para reflexionar, justamente, sobre la historia. Sobre lo que nos pasó en el s.XX y sobre cómo fue que llegamos a donde llegamos, particularmente a mediados de los setenta.

Tanto Quiroga como O'Donnel construyen una argumentación donde insisten con que no hay mas que un ellos -el diario La Nación, la historia "liberal mitrista", etc.- y un nosotros. Una historiografía que corresponde a un país malo y otra que corresponde a un país bueno. Dos países irreconciliables. 
En este esquema, el otro es reducido a una uniformidad "a la carta". La enorme variedad de producción historiográfica argentina desaparece en segundos. Aquí está la entrevista en cuestión (viene después del maravilloso poema de Nicanor Parra, es decir al minuto 5,07):


 

Cuando volví a ver el programa me vino a la memoria Graciela Scheines, en Metáforas del fracaso (premio Casa de las Américas 1991). Allí, en ese deslumbrante ensayo, hace referencia a éste tipo de razonamientos que despliegan Quiroga y Pacho O'Donnell, donde el país real queda enmascarado por un esquema, por un mapa bicolor que se impone con la prepotencia de las alternativas binarias. La compleja trama con que está tejido el país, la tela de incontables hilos multiconectados, pasa desapercibida por miopía ideológica. El ruido de las polémicas interminables que producen estos esquemas binarios [...] silencia las voces de los argentinos de carne y hueso que no encajan en ningún casillero.
El planteo de Scheines no se detiene allí, lo lleva justo al lugar que nos quema cuando nos detenemos a pensar en nuestro pasado (y nuestro futuro). Ese esquema binario -por pretención absolutista o por ignorancia- reduce los matices y las contradicciones del país real: civilización o barbarie, restauración o muerte, liberación o dependencia, peronistas antiperonistas, Argentina visible o Argentina invisible. La aspiración suprema es simplificar aún mas la realidad, reducir la dicotomía a un término solitario sin oposición, al triunfo total del país bueno, al color único, a lo Uno absoluto. De la dicotomía a la monotonía: esa es la Utopía, desgraciadamente, para muchos argentinos. Hasta aquí Graciela Scheines y su memorable ensayo.

Esto es lo que dicen O'Donnell y Quiroga: No hay mas que un nosotros y un ellos, no existe otro tipo de reflexión posible. Todo es resumido a ese esquema binario, la gran diversidad de la producción historiográfica argentina es eliminada en favor de ese esquema en el cual perdemos todos. Porque, como siempre, la solución tiende a ser la desaparición del país malo (debo recomendar que desaparición no sea leído como metáfora).
Creo que no debe dejarse de observar críticamente este tipo de razonamientos. Albert Camus advertía en La peste que los gérmenes de las violencias masivas duermen en las sociedades y, en determinado momento, como cualquier proceso que necesita de ciertas condiciones para madurar, los bacilos se convierten en peste. Creo que el razonamiento que se despliega en esta edición del Refugio de la cultura, tiene que ver con estos bacilos que habla Camus.

Pero no se trata de demonizar a nadie. Nada mas lejos. Se trata de poner en evidencia un rasgo de nuestra cultura política que se viene elaborando desde el s.XIX y que en el s.XX fue obstinadamente cultivado y abonado. Para ir terminando, vuelvo a Octavio Paz: a todos nos habita un adversario y combatirlo es combatir con nosotros mismos. Esa lucha, ya no íntima sino social, ha sido la sustancia de la historia de nuestros pueblos durante los dos últimos siglos. Bueno, eso no significa que deba seguir siendo así, como si fuésemos presos de una fatalidad. Para salir de esa senda son bienvenidos todos los esfuerzos para construir una mirada menos maníquea de la sociedad y la política argentina.
Juan Quintar

domingo, 18 de diciembre de 2011

Polémicas con un jaurecheano (que placer...)

La siguiente nota fue escrita por Daniel Blanco, Profesor de Historia, docente de la Pcia de Chubut, en cercanías del Lago Puelo. 

La atenta lectura del artículo de mi amigo Juan en su blog "Medio lleno" me ha llamado a la reflexión y quisiera seguir profundizando conceptos que se entrecruzan a partir del caso “Instituto Dorrego”.
Quiero arrancar con  una breve consideración al señalamiento, implícito, que se hace de la condición de Psiquiatra de Pacho O´Donnel. Esto, dicho como al pasar, nos pone en una de las centralidades de la argumentación de mi amigo. Según mi lectura lo que en el artículo se hace es en primer término una defensa de la “academia” en cuanto lugar central donde se producen conocimientos.
De esto no tengo la menor duda, pero, parafraseando a otros que señalan que la economía es algo demasiado importante para dejarla solo en manos de los economistas, podría argumentar que la historia es algo demasiado importante para que solo quede en manos de historiadores.
De hecho tanto la economía como la historia refieren a la política, como centralidad (esto lo dejo para más adelante).
Continúa Juan señalando, permítaseme linealidad en relación al texto originario,  la importancia y variedad de la producción historiográfica actual, y ejemplifica con las Jornadas Interescuelas de Historia, a la que soy un asiduo concurrente,  y donde, junto con un núcleo de audaces, hemos logrado abrir un debate acerca de la Ha. Ambiental.


Debo señalar que la mayoría de los historiadores de la academia rehúyen de las Jornadas, salvo que sean centralidad en alguna conferencia, quedando un, me atrevo a decir, pequeño núcleo de historiadores académicos que le ponen el cuerpo como participantes permanentes. Es cierto que las Jornadas han crecido exponencialmente y eso conspira contra la participación de los académicos aunque parezca un contrasentido. Pero se nota un cierto cansancio o comodidad, si no hay aviones, si no son muy visibles los lugares no voy, parecerían expresar con su ausencia. Es más en la últimas interescuelas de Catamarca la conferencia inaugural fracaso, no fue nadie de los invitados a la apertura y el corrillo en Catamarca era que no le habían pagado el billete en el avión a un académico de 15000 luquitas por mes como piso.
Y aquí aparece una segunda centralidad y me parece la más significativa, y es cuando Juan señala que  “lo que deja ver esta discusión:/ es/  la gran ignorancia acerca de lo que se produce en el ámbito académico”. Y sigue afirmando : “Lo segundo que habría que decir, es que la discusión abierta ha puesto en evidencia una de las tantas falencias que tiene la producción historiográfica académica (sí, una falencia mas). Me estoy refiriendo a la incapacidad que tienen los historiadores de la academia (salvo honrosas excepciones) para difundir, para socializar en lenguaje amplio lo que se produce.”
Ambas cuestiones están directamente relacionadas, también conozco en carne propia el problema, pues durante casi 10 años llevamos adelante, con otro grupo de audaces, aquí en la cordillera patagónica,  una revista de divulgación, o intentaba serlo “Pueblos y fronteras de la Patagonia andina” su confección y distribución era todo un problema, pues así como lo que se ve es lo que pasan por TV, lo que se comercializa también. Así que nuestro esfuerzo fue importante pero titánico y termino superándonos. Amén de que muchos de nuestros artículos, de rigurosa factura historiográfica, eran poco legibles por el gran público, o directamente aburridos, y parecía titánico lograr una factura diferente de los mismos.

 La divulgación es necesaria, la producción inmensa, debe ser masticada, confrontada, decantada, pero también debe ser mostrada. Pues como señalan muchos historiadores que han salido a defender al gobierno, no al Dorrego, este gobierno K. ha puesto mucha guita en el Conicet y en la academia como para que eso no se sepa, no se comparta, cuando los vientos cambien, y si sigue el Capitalismo como va rumbeado y atendiendo a su historia, cambiarán, aparecerán los técnicos que dirán: para que sirvió invertir tanta guita en investigar sociales. Y en eso coincidirán, por el absurdo, con Carlitos Marx pues de lo que se trata no es solamente explicar la realidad sino ayudar a cambiarla.
Termina Juan  con esa cuestión señalada precedentemente y que deje adrede al final: “la relación entre historia y política.” Aunque aquí le sale un poco de vena triste, negativa.  No voy a negar que  la historia se usa políticamente, que es carne de manipulaciones maniqueas. Pero bueno si lo que aparece a la luz es solo la versión del Grupo A de lo maniqueo, en un primer término lo que corresponde es la polémica, para mostrar la versión del Grupo B ( y también del K) que no es lo mismo.

La versión del Grupo B como bien señala un escrito que firman numerosos historiadores como Bandieri y Mases, hace referencia a que para contrarrestar a la Ha. Mitrista porteñocentrica han tenido que abrirse paso a los codazos, y aún así son una parte periférica de la cosa. Es decir la versión mitrista es más que Mitre, es Halperin, es Romero, es pónganle cada uno su nombre….
 Y entonces antes que el susto de los usos de la historia hay que poner la historia a debate. Y en eso ayuda la polémica y la creación del Dorrego. Si vino a incomodar bienvenido. Hay que incomodarnos para que en el desafío seamos más creativos. De eso se tratan en definitiva por ejemplo nuestros “periféricos” Blogs. A nosotros no nos invitan a 6,7,8 y seguimos escribiendo.
Daniel Blanco


jueves, 15 de diciembre de 2011

El Instituto Dorrego y la historia que nos debemos: ¿son lo mismo?

El gobierno argentino ha creado un Instituto Histórico Manuel Dorrego, de carácter revisionista, que será conducido por el médico y psiquiatra Pacho O’Donnell. El hecho suscitó una interesante discusión entre historiadores de las universidades –o de la academia como se dice habitualmente-, no académicos, periodistas y militantes. Como todas, es una discusión muy saludable que ha puesto en evidencia cuestiones más que interesantes.
Pacho O'Donnel
En primer lugar, en estas discusiones se reveló la enorme ignorancia respecto de lo que producen los historiadores académicos. He escuchado decir a Pacho O’Donnell, por ejemplo, en el programa de Hugo Quiroga –El Refugio de la Cultura- , que este Instituto incorporará a sujetos que la historia ha olvidado, por ejemplo las mujeres o los pueblos originarios. Bien, además de la gran cantidad de congresos y jornadas de investigación sobre temas específicos que anualmente se realizan en las universidades, cada dos años se llevan a cabo las jornadas interescuelas de historia en distintos lugares del país. Ahí se presentan miles, creo que ya son cerca de cuatro mil ponencias en cada reunión, donde los temas son variadísimos, las perspectivas ideológicas múltiples y los sujetos que están siendo historizados en estos espacios son diversos: las mujeres, los niños, las niñas, la infancia, los pueblos originarios, la adolescencia, los trabajadores, las trabajadoras, en fin, ocuparía mucho espacio dar cuenta de esa enorme diversidad. Pero además, en estos espacios se han abierto historizaciones nuevas, por ejemplo la historia del medio ambiente o de la homosexualidad (por citar solo algunas). Mi apreciación, tomando como ejemplo lo de Pacho O’Donnell, viene a cuenta de lo que deja ver esta discusión: la gran ignorancia a cerca de lo que se produce en el ámbito académico. Esta ignorancia, debo decir además, ha llevado a muchos periodistas y militantes, sobre todo a cierta militancia K (no toda, por cierto) a castigar a la academia con criterios muy difíciles de contrastar con la realidad. Solo se puede identificar la producción histórica de “la academia” con una historia mitrista u “oficial” si se parte de una enorme ignorancia sobre la producción historiográfica actual. Quien vea en esta apreciación una defensa corporativa está viendo intencionalmente torcido o no quiere ver su propio desconocimiento. Porque, como se verá, la intención de estas reflexiones están bien lejos de una defensa corporativa. Todos sabemos que la producción de las universidades y del sistema nacional de investigación, en todos los ordenes, tiene enormes problemas. Pero hay que apuntar bien para acertar con la crítica.


Lo segundo que habría que decir, es que la discusión abierta ha puesto en evidencia una de las tantas falencias que tiene la producción historiográfica académica (sí, una falencia mas). Me estoy refiriendo a la incapacidad que tienen los historiadores de la academia (salvo honrosas excepciones) para difundir, para socializar en lenguaje amplio lo que se produce. Aquí habría que precisar algunos detalles porque no es cuestión, nuevamente, de hablar con tanta liviandad. Si bien esta falencia es destacable no todo es socializable inmediatamente. Primero, las síntesis historiográficas llevan su tiempo para que las argumentaciones sean debatidas, corregidas, contrastadas, etc; y, por otro lado, hay tanta producción que no siempre hay quien sea capaz (y esté dispuesto) a realizar esa síntesis de divulgación. Pensemos que los sistemas de investigación, las universidades, CONICET, la Agencia, etc., no premian la difusión sino la investigación y esto es un problema serio del sistema de investigación argentino. En segundo lugar, hay que señalar, sobre todo para quienes desconocen como funcionan estos espacios, que en toda organización científica hay una investigación de base y otra de aplicación. En esta materia me arriesgo a decir que la amplia, rica y diversa producción histórica de las universidades y agencias de investigación está en el primer orden. Es una especie de investigación de base que está esperando la posibilidad de aplicación, que sería la síntesis histórica que los buenos divulgadores deben realizar. Normalmente, quienes hacen una no se sienten seducidos por hacer la otra, y como la historia es una disciplina que no requiere carné para ejercerla, este tipo de cuestiones suele soslayarse, pasarse por alto. Pero resulta que no se trata de “soplar y hacer botellas”. Sintetizando, diría que  ignorancia por un lado e incapacidad de difusión por otro, han hecho aquí una combinación explosiva.


Entre Hobsbawm y Jauretche

Don Arturo Jauretche
Por otro lado, este debate pone también de manifiesto algo fundamental que los historiadores de la universidad y del sistema académico quizá deberían tener mas presente. Es el gran tema que los revisionistas pusieron en el tapete en el s.XX: el uso político del pasado. La política es la disputa por el presente y la historia -la interpretación del pasado- está asociada a la política. Quieran o no los historiadores –profesionales y de los otros- la historia es utilizada por la política para dar forma al presente. Hay una permanente manipulación del pasado para dar forma al presente, para justificar acciones, una organización del poder, etc. La clase política argentina ha hecho verdaderos desastres en ese sentido. Pues bien, los historiadores académicos harían un importante favor a la política si salen un poco de su encierro –como lo han hecho en estos últimos días- y comienzan a señalar las barbaridades o no que existen en los discursos políticos. Indisciplinarse dentro de la disciplina podría ser lo que la hora nos exige. Pero esta falencia de los historiadores académicos no es el único problema que está en torno al uso político de la historia.

Eric Hobsbawm
Todos los genocidios del s.XX tuvieron como respaldo un uso político del pasado, una organización del pasado que justificó el asesinato en masa. Ese uso político del pasado forma parte de la construcción de enemigos que con el tiempo termina en violencias masivas. Es un uso político del pasado que tiende a fortalecer el nosotros contra ellos. Así fue en Armenia, en Ruanda, en Alemania, en la ex URSS, en Camboya, en Bosnia, en la actual Israel y también en nuestro país. El genocidio argentino hunde sus raíces en la persistencia de una cultura política de creación de enemigos en forma polarizada, en donde tiende a suponerse que la no existencia de alguna de las partes mejoraría la situación. La “Sociedad Rural” para algunos, los “cabecitas negras” para otros. En algún momento del siglo XX argentino, sino en la mayoría de su derrotero, la interpretación de la historia con fines políticos, la disputa por el sentido del pasado en el presente, vino a fortalecer esa polarización y negación del otro. En este sentido, el debate abierto pone también en evidencia la persistencia, en una actitud historigráfica, de esa cultura del genocidio y la incapacidad para controlar sus bacilos. Se dirá que estoy exagerando, que estos debates historiográficos no tienen nada que ver con el genocidio. Sostengo que no es así, que hay cierta distancia subjetiva con el terror que nos juega una mala pasada y nos hace creer que ya estamos muy lejos de aquellos extremos tan violentos. De manera que nuestra experiencia de violencia nos debería dar cierto entrenamiento para  descubrir “al monstruo de pequeño” y poder controlarlo. Pero reaccionar con eficacia ante él no es sencillo. Para decirlo en forma sintética, es necesario realizar el esfuerzo conectivo entre la historia y la política, en eso debemos insistir, es cierto; pero -como ha dicho Hobsbawm- es esencial que los historiadores recuerden esto: Las cosechas de nuestros campos pueden acabar convertidas en alguna versión del opio de los pueblos. Y eso lo sabemos por experiencia propia y ajena.

Finalmente, estamos en un momento crucial en la vida de la Nación. Comenzamos el s.XXI con un mundo capitalista en profunda crisis y transformación. Miramos hacia atrás y vemos una Argentina que vivió una larga decadencia y comienza a transitar caminos diferentes. Nos encontramos entonces frente a un viejo problema que Octavio Paz supo señalar, sin ser historiador, con extrema sencillez: …la diversidad de pasados y de interlocutores provoca siempre dos tentaciones contrarias: la dispersión y la centralización [...] la dispersión culmina en la disipación; la centralización en la petrificación. Doble amenaza: volvernos aire, convertirnos en piedras. Bienvenido entonces todo lo que sea investigación histórica y divulgación. Pero  nuestro tiempo exige un nuevo equilibrio entre esas tendencias que señala Paz; el que hemos sostenido hasta ahora se agotó y el futuro es demasiado desafiante como para insistir con lo mismo.

Juan Quintar

lunes, 5 de diciembre de 2011

De cuando nos conquistó con su voz...

Corría el año 1965 y Jorge Cafrune ya estaba en su mejor momento. Una voz tremenda, áspera y dulce a la vez, como maserada en los montes. Este hombre, que supo cantar la Zamba de mi esperanza como nadie, por suerte para todos nosotros, rompió el protocolo ofgicial del festival de Cosquín y presentó a una desconocida. La gente (uno lo puede escuchar) aplaudió simplemente por cortesía. Pero después que la "Negra Sosa" terminó de cantar... la gente estaba de pié. Desde entonces fue la voz de América. Escuchen que lindo ese momento histórico para la música popular.
Me emocionó.
Salú !!!
J.Q.





sábado, 3 de diciembre de 2011

No podían faltar los Parra...

América Latina vive tiempos de esperanza y no podían faltar los Parra.
Así es. En los cines de nuestro vecino país, Chile, ya se está viendo Violeta se fue a los cielos, dirigida por Andrés Wood, protagonizada por Francisca Gavilán, y basada en un libro de Angel Parra (hijo de Violeta y músico popular chileno).
Aquí les dejo un adelanto de la película chilena que se presentará -en las últimas semanas de enero del próximo año- en el mas prestigioso festival del cine independiente, Sundance Festival, en Utah, EEUU. 


En estos días su hermano, Nicanor Parra, gran poeta chileno que vive recluído hace años, fue galardonado con el Premio Cervantes, uno de los mayores honores que puede recibir un escritor de habla hispana. A él debemos esa hermosa poesía que escribiera cuando murió su hermana, Defensa de Violeta. Nicanor supo en esas líneas resumir el cariño que los latinoamericanos sentimos por esta chilena universal:
Dulce vecina de la verde selva
huésped eterno del abril florido
grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra.

Y cada vez que escuchamos sus canciones, en las múltiples versiones que se han popularizado, pensamos en esas líneas de Nicanor:


Dónde voy a encontrar otra Violeta
Aunque recorra campos y ciudades
o me quede sentado en el jardín
como un inválido.
¿Por qué no te levantas de la tumba
A cantar
............ a bailar
....................... a navegar en tu guitarra?

Cántame una canción inolvidable
Una canción que no termine nunca
Una canción no más
.............................. una canción
Es lo que pido.
Qué te cuesta mujer 
árbol florido
álzate en cuerpo y alma del sepulcro
y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra


Siempre me conmovieron esas líneas.
Que bueno que podamos ver esta película de Violeta, que bueno el premio a Nicanor. Salúd Chile !!
Voces del sur para el mundo.

 J.Q.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El corazón, las venas abiertas y la esperanza

Negro, blanco, amarillo, cobrizo…mulato, aborigen, la vemos en todos los colores, Abya Yala.
Oro, uranio, café, agua, azúcar, banana, papa, petróleo, maíz… En todos sus frutos...
Quechua, aymara, zapoteco, guaraní, en tantos idiomas: abya yala, América Latina o Latinoamérica.
Pero, en estos tiempos, pocos le cantan como Calle 13.
Disfruten de este hermosísimo video.
Salú !!!
J.Q.


viernes, 25 de noviembre de 2011

El pensamiento de Jauretche

Pensar con estaño: El pensamiento de Arturo Jauretche
Por Juan Quintar
Prólogo de Jorge Marziali
Editorial EDUCO. Neuquén, 2008.
Click aquí para bajar el libro completo

Cuando miramos los años sesenta, los libros que se han escrito, la pasión militante que se ha puesto en las distintas formas de pensar la nación, dan ganar de decir con Fito que todavía me emocionan ciertas voces, todavía y a Dios gracia todavía. Así sucede con la lectura de Arturo Jauretche. El texto, presentado en el 2008 en la Biblioteca Nacional y en algunas provincias, propone un recorrido por ese pensamiento "padentrano", partiendo de un análisis epistemológico para seguir con las temáticas clásicas del universo jauretcheano. Tópicos que sirven para, finalmente, esbozar un balance respecto de cuánta vigencia tiene Jauretche para dar forma en nuestros días a una política nacional. El análisis tiene como principales fuentes los textos de su mas destacado biógrafo, Norberto Galasso y por supuesto, los textos de Don Arturo. La reflexión que aquí se presenta, como señala Jorge Marziali en un prólogo memorable, nos recuerda que hay otras formas de mirar el mundo para desembocar en otras maneras de pensar la patria.
Para los que no conocen a Don Arturo, es buena introducción. Para los que ya lo han leído encontrarán aquí una particular vuelta de rosca sobre su pensamiento.
Salú!!
J.Q.


"Pensar con estaño"
Indice
- Jauretche y el formato del aire. Por Jorge Marziali
Prólogo.

- Entre el desvelo y la esperanza
Apuntes introductorios

- Dime cómo vives y te diré qué sueñas
Notas biográficas sobre Arturo Jauretche

- Pensar con estaño
Una aproximación epistemológica a Arturo Jauretche

- Sobre anteojeras y ojos mejores para mirar la patria
La colonialidad del saber

- Arando el porvenir con viejos bueyes
El lugar de la historia en Jauretche

- La economía en el taller de forja

- Estaño, río y política
Sobre las disputas políticas de don Arturo

- Jauretcheando en el siglo XXI

lunes, 21 de noviembre de 2011

Ya nada me asombra...

Doumbia Moussa, conocido como Tiken Jah Fakoly, se ha convertido en la gran figura del reggae africano, siguiendo el camino de su compatriota Alpha Blondy. Fakoly es un cantante comprometido con su continente y su país, Costa de Marfil, del cual debió exilarse por amenazas reiteradas de muerte. A pesar de ello, no se ha detenido y sigue denunciando los abusos de los políticos y las manipulaciones de las multinacionales en África y en su país.
Toda la música que he oído, y los videos con su reggae,  me han gustado. Pero éste es particularmente fuerte y provocador, como su letra: "Ya nada me asombra"
Agradezco a Conchis, mi querida amiga de Oaxaca, que me lo haya hecho conocer.
No dejen de ver el video y escuchar esta hermosa canción.
Salú!!!
J.Q.




sábado, 19 de noviembre de 2011

"Estela" y los trabajos de la memoria

Publicado en "Diario Río Negro" edición del  23 de noviembre, sección espectáculos.

Por simple decoro generacional, no diré desde cuándo escucho a León Gieco, basta con decir que mis ideas han crecido con sus letras, entre otros insumos. Pero hay una canción de este querido trovador que siempre me resultó incómoda. Lleva por título La memoria. Se trata, para este humilde escriba, de una canción tanguera, con todo el lamento de los buenos tangos. Siempre que escuché esa canción pensé: ¿no hay virtudes, alegrías, ideas memorables, recordables? La escuchaba y me resistía a que hacer ejercicio de memoria fuese solo recordar todo el dolor que nos han infligido. Es una mirada sobre esa canción que, con seguridad, muchos no compartirán. Sé que no es eso lo que está detrás del poema de León. Lo que está detrás de ese poema es el hecho de que todos esos crímenes, todo el “engaño y la complicidad”, han pretendido sepultarse con políticas de olvido, que han fracturado la transmisión de la memoria. Era una canción de los años ’90, cuando el peronismo había profundizado las políticas de impunidad del alfonsinismo. Ese era el contexto. Es que los trabajos de la memoria –esa combinación de recuerdos y olvidos- hablan de cómo nos paramos en el presente, de la hostilidad del mismo, o de cómo el sujeto de instala en sus días.

La película Verdades verdaderas: la vida de Estela, de Nicolás Gil Lavedra, si bien es básica y austera, nos ofrece un ejercicio de memoria diferente. El film comienza justamente con el recuerdo, pero vinculado a la alegría y a la esperanza. Hay muchas expresiones que simbolizan ese sentimiento, el gesto de plantar un árbol, que es ciertamente muy parecido al de esperar un nieto, es una de esas formas. Con ese gesto de esperanza en una familia platense como tantas, comienza esta historia que continúa plagada del recuerdo de pequeños detalles que la vida cotidiana regala en forma de imperceptibles alegrías del día: la comida en familia, el humor afectuoso de padres mayores, la complicidad intrafamiliar, etc. Desde el comienzo uno está emocionado, pero no tanto de tristeza por la historia que sabemos que vendrá. 
Si la lágrima brota casi con los títulos, en este caso es porque -como diría el poeta- es hija de la ilusión desmedida y ha madurado lentamente en nosotros cuando nos vemos en esos pequeños detalles de la vida. Luego la lágrima sigue, ya no solamente como hija del deseo de futuro sino como expresión de dolor por lo que nos ha pasado, por la experiencia de esa familia que, de alguna manera, es la expresión familiar de lo que somos como país. El final está en las antípodas de la canción de León. Son todas sonrisas, alegrías paradas en el umbral de una historia dolorosa. Es otro el contexto, se han revertido las políticas de olvido. Otro ejercicio de memoria es posible.


Una ausencia extraña

Esta mujer, que todos llevamos en el corazón, con orgullo y afecto, ha contado en varias oportunidades, muchas cosas de su vida. Por ello no dejó de llamarme la atención la ausencia en el film de una experiencia familiar que refleja, mucho mas que ciertas situaciones de la película que tienen el mismo sentido, las contradicciones de una sociedad, pero en este caso en el seno de la familia Carlotto: el mundial de fútbol de 1978.

No hace falta decir mucho sobre ese mundial. Ya se sabe que (junto a la Guerra de Malvinas) ha sido una de las más costosas operaciones de manipulación popular de la dictadura. Algunos jugadores extranjeros sabían de la cuestión de los DDHH y el terrorismo de estado, pero pocos se animaron a hacer lo que hicieron Ralf Edström y Staffan Tapper, jugadores de la selección sueca.
Recordemos un poco: Era jueves 1ro de junio, Alemania y Polonia abrían esa “fiesta” en la cancha de River. Pues bien,  estos dos suecos se convertirían en los únicos jugadores del mundial que prefirieron estar frente a la Casa Rosada acompañando la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, que reclamaban por sus hijos desafiando al poder y tratando de llamar la atención del mundo.
Como si su familia fuese el país, Estela Carlotto ha contado en varias oportunidades que, mientras ella lloraba en la cocina de su casa, junto a su marido por su hija desaparecida (Laura Carlotto), en el comedor sus cuñados y otros tantos familiares gritaban los goles de Kempes, el matador. 
Carlos Ferreyra supo decir:
Aquello fue mundial.
Hicimos pelota nuestros miedos,
Le pusimos un caño a los horrores,
Apartamos de taquito la miseria,
gritamos el horror como si fuera un gol.
Y nosotros allí,
con el mundo al revés,
hechos pelota.

Pienso en esa escena ausente y me detengo nuevamente en la estación de la memoria, a tratar de desentrañar esa relación tan difícil de entender: la de las sociedades con sus dolores y su pasado. Pensaba en eso y recordé el momento en que fui a sacar la entrada. Había, para entrar al cine, dos colas de aproximadamente 50 metros, predominantemente jóvenes. Como había llegado sobre la hora me dije: “Me quedé sin entradas”. Pero no, en el estreno en Neuquén de Verdades verdaderas. La vida de Estela, éramos sólo tres personas en la sala. Creo que para Crepúsculo I se agotaron las entradas. Quizá fue una simple casualidad, pero no dejo de pensar en el detalle.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Padura y la degradación de la utopía


Hace muy pocos años, en el 2009, el escritor cubano Leonardo Padura -famoso por una serie de novelas policiales- ha publicado un libro que revela la intimidad, la cara oculta, del proceso de degradación de la utopía política más importante de los últimos siglos: el socialismo. Para esa reflexión Padura elige el formato de la novela histórica. El tema es el calculado asesinato de León Trotski, en México, y la vida de Ramón Mercader, su victimario, cuando transcurría agosto de 1940.

El hombre que amaba a los perros, es una novela que va combinando el largo exilio de Trotski, la conformación del stalinismo y la vida de Mercader, con una descripción crítica y audaz de la vida en Cuba durante las últimas dos décadas del siglo XX.
Es una novela que lleva al lector a revelarse contra el engaño del poder en la medida que uno se va sorprendiendo de cómo el socialismo, ese gran relato de la igualdad, fue la cara visible que escondía un gran mecanismo de muerte.
Padura nos lleva de la mano por los recovecos del asesinato calculado, del engaño masivo, de la manipulación sistemática, hasta dejarnos parados en el final del s.XX con una pregunta: ¿cómo es que no se dieron cuenta? 
Como el mismo autor dice en una parte de esta atrapante novela. Se produjo un mínimo acceso a la información y una leve, pero decisiva, pérdida del miedo (siempre el miedo), para que esa tremenda estructura se viniera abajo. “Dos ladrillos y se vino abajo: el gigante tenía los pies de barro y solo se había sostenido gracias al terror y la mentira. Las profecías de Trotski terminaron cumpliéndose y la fábula futurista de Orwell en 1984 terminó convirtiéndose en una novela descarnadamente realista. Y nosotros sin saber nada… ¿O es que no queríamos saber?”.
¿Cómo responder a esa pregunta de Padura? La sorprendente historia de ese “engaño” masivo, su inmensidad, su extensión ecuménica, todavía no nos deja pensar bien. Pero advierto que la punta del ovillo para comenzar a reflexionar sobre lo que se pregunta Padura va por el lado de las formas de la creación social de enemigos políticos, como base de criminalidad.
La novela y la investigación de Padura indaga sobre la forma en que esa utopía se pervirtió, inclusive en la misma Cuba, pero está muy lejos de convertirse en un catálogo de hechos fácilmente utilizable por los voceros del neoliberalismo, al estilo Vargas Llosa. No. Padura, indudablemente crítico de la forma en que se vive en Cuba desde hace décadas, escribe en su país, en el mismo barrio en que nació, Mantilla, y sigue pensando en que hay que "rescatar algunos de los valores" de la utopía socialista, pero "hacerlo de una forma que no tenga el carácter engañoso y turbio" que tuvo en el pasado y a la vez debe fundarse "sobrela posibilidad de una democracia real".
Un libro para no perderse, porque Padura nos lleva por esta historia triste y agobiante, con una pluma experta en el relato policial.

Juan Quintar

martes, 1 de noviembre de 2011

La vitalidad: entre Jobs y Eistein

“Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida. Porque casi todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solo aquello que es realmente importante. Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu corazón”.
Steve Jobs (1955-2011)
Discurso en la Universidad de Stanford, 2005.


"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar 'superado'. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla"
Albert Eistein (1879 - 1955)

Memoria y educación

¿Nunca Mas?  
La historia y la memoria desafían a la educación.
Editorial EDUCO. Neuquén, 2005.
De Juan Quintar
Presentación de Nora Rivera
Prólogo de Hugo Zemelman
Para bajar el libro completo haga click aquí



Este libro surge de preguntas cruciales para los docentes desde que la democracia se reinstaló en Argentina, en 1983: ¿Cual es el lugar de la historia, y particularmente del terrorismo de estado, en la tarea educativa? ¿De que manera la memoria de aquella experiencia desafía a la actividad docente? ¿Realmente saber lo que pasó, evita que una sociedad caiga nuevamente en violencias inadmisibles?
Del intento de dar alguna respuesta a estos y otros interrogantes surgieron conferencias y seminarios que el autor ha dado en distintos lugares de su país y en México. El resultado de esa experiencia es este pequeño libro que intenta ser un aporte -en diálogo fructífero con maestros y colegas de distintos niveles- para hacer de la educación un lugar de encuentros y prácticas formativas que hagan posible la construcción de una cultura mas solidaria, tolerante e incluyente, restituyendo así el sentido ético y político que la educación tiene.

Cuando las conferencias que forman parte de este texto comenzaron a desarrollarse (1994), la temática todavía no formaba parte de las preocupaciones de los historiadores, de manera que no había muchos interlocutores para discutirlo. Los principales fueron los maestros y colegas que con distintas voces, y experiencias, fueron enriqueciendo las reflexiones y multiplicando las miradas sobre el problema. En tal sentido, el libro respeta la forma coloquial de las conferencias. Me pareció que ese rico clima de trabajo e intercambio de ideas era bueno respetarlo a costa de que esa "coloquialidad" se traduzca en lo que para otro tipo de libros serían ciertos "defectos" de edición.
J.Q.

Indice del libro

Cap. I- El poder de la historia
       Historia y poder
       Construcción de poder y hegemonía 
       Conciencia y vida histórica 
Cap.II- Olvidos que queman  
       La invitación del fin de siglo 
       Memoria y proyecto social
       La “historia paréntesis” 
       De la memoria como tamiz 
Cap.III- De la “guerra fría”a las memorias calientes 
 
        El ejercicio memorístico en Argentina 
1ra etapa. Inocencia colectiva, grandes culpables y  reconciliación.
2da etapa. La ofensiva memorística 
        Kirchner y el fin de una etapa
 
Cap. IV- La memoria desafía a la educación
La educación después de la ESMA
 Algunas dificultades de nuestro tiempo 
La enseñanza de la historia 
 Educación y “memoria en acto” 
El giro hacia el sujeto
Cap. V- Guía de recursos para docentes
           Por Sandra Raggio  y  Mariana Amieva
          (Comisión Prov. por la Memoria de la Prov. de Buenos Aires)
 Cap. VI- El cine y el pasado reciente en el aula
           Por Mariana Amieva, Gabriela Arreseygor, Raúl Finkel y
           Samanta Salvatori
           (Comisión Prov. por la Memoria de la Prov. de Buenos Aires)


jueves, 27 de octubre de 2011

La redondez de la Argentina

Publicado en "La Mañana de Neuquén" el domingo 24 de octubre de 2011


En el día de hoy, por séptima vez en lo que va del período democrático más largo de la historia argentina, elegimos presidente de la Nación. Las primarias ya dieron su veredicto. Lo que queda por saber es cuál será el porcentaje que alcanzará la Presidenta y quién se presentará como principal fuerza opositora. Datos importantes, por cierto, ya que no es lo mismo iniciar un segundo período con escaso respaldo o que la principal expresión de oposición sea de centro izquierda, o simplemente de derechas.
Un porcentaje mayor al 50 ó en torno al 60% es un inmejorable piso para un proyecto político: de un grupo, de un partido o de una Nación. En nuestro país son escasas las instancias en que una propuesta política se alzó con ese nivel de respaldo: podríamos hablar de Perón, que llegó al récord de 62% en 1973, o de Menem, que llegó al 53% en  1995. Cada momento tendrá su explicación, en los setenta o en los noventa. En nuestro caso, las razones parecen obvias: en estos últimos ocho años Argentina detuvo una larga decadencia en la que la dictadura y el peronismo de fin de siglo fueron la máxima expresión de esa pesadumbre.
 
Pensemos que nuestro país pasó de ser el más igualitario de América Latina y una de las economías capitalistas con mayor participación de los trabajadores en la renta nacional, a estar entre los más desiguales e injustos del continente. Así terminamos el siglo XX, con el hedor de la decadencia impregnando la vida cotidiana. Pues bien, estas elecciones son hijas de la forma que los argentinos hemos iniciado el tercer milenio: con un estallido ejemplar, fruto del hastío ante la tozudez de los poderosos, y de poner a prueba nuestras potencialidades.  El país se levantó, está empezando a caminar y, más aún, pareciera que hemos empezado a revertir esa penosa y larga caída. Hemos pasado de la bronca y desesperación a la alegría de la reconstrucción.


Crisis de paradigmas

El mundo está cambiando vertiginosamente. Por primera vez en quinientos años, es decir desde la conquista de América, las  naciones industriales de Occidente pierden el monopolio ejercido sobre la gestión de la ciencia y la tecnología, sobre la transformación productiva, la organización de la economía mundial y, más aún, parecen no saber cómo hacer para recuperarse. Sus paradigmas están en crisis, la globalidad está cambiando de formas. ¿En que lugar se quiere colocar Argentina? Porque si algo aprendimos de las últimas décadas es que cada país tiene la globalización que se merece.

En ese contexto, también nuestro país se transformó a gran velocidad. Dio grandes pasos en el tratamiento de sus heridas, recuperó la vitalidad económica con niveles de desempleo cercanos a los históricos en el siglo XX y, lo que es más destacable, está avanzando a pasos agigantados en desmantelar el arraigado sistema de zonzeras económicas. Alejandro Bunje, Raúl Prebisch, Marcelo Diamand, Jorge Sábato y Aldo Ferrer, por nombrar a los mas sobresalientes, son hoy “parte del aire” que se respira, no sin conflictos, en la Argentina de nuestros días. Conceptos, ideas, reflexiones, categorías desarrolladas por ellos, en su tiempo y en su contexto, son parte del andamiaje de un pensamiento que está reverdeciendo.
Estos brotes de un pensamiento económico alternativo son parte del esfuerzo de reconstrucción que hemos hecho. Porque la globalización es el espacio en que ejercen el poder las potencias dominantes, y uno de los principales mecanismos de la dominación radica en la construcción de teorías y visiones que son presentadas como criterios de validez universal pero que, en realidad, son funcionales a los intereses de los países centrales. Pues bien, en los tiempos de nuestro bicentenario, coincidente con la enorme posibilidad de estructurar un proyecto nacional de largo plazo, el centro del mundo no está en condiciones de hacer recomendaciones, y Argentina parece dispuesta a impulsar políticas más acordes con un destino de autonomía y justicia social.
Vale abundar sobre la cuestión. 
Hay un principio de conocimiento básico, que la economía –como otras disciplinas- suele olvidar: que todo principio general y abstracto de política económica, o de cualquier orden, está condicionado por la realidad de cada país y por la circunstancia. En 1970, en la introducción de “Hacia una dinámica del desarrollo Latinoamericano”, Raúl Prebisch decía: “Yo creía en todo aquello que los libros clásicos de los grandes centros me habían enseñado [pero] era tan grande la contradicción entre la realidad y la interpretación teórica elaborada en los grandes centros, que la interpretación no solo resultaba inoperante cuando se llevaba a la práctica, sino también contraproducente”.

Nuevo consenso

En nuestros días parece haber un consenso en la política económica latinoamericana. Ese consenso parte de la búsqueda de respuestas fundadas en una visión arraigada en la realidad propia, no subordinada a los enfoques convencionales, teniendo como objetivo el desarrollo social y la ampliación de la capacidad de América Latina de decidir su propio destino, en un contexto de cambios vertiginosos. Los insumos no son desconocidos, las ideas que vienen del nacionalismo popular (desde Jaurechte en adelante), como las que derivan del estructuralismo latinoamericano (Prebisch y cía) o de la teoría de la dependencia (Marini, Dos Santos, etc.), tienen un potencial teórico que está comenzando nuevamente a explorarse en vistas de cambiar el paradigma desde donde pensar nuestras economías e impulsar políticas de desarrollo autónomo y sustentable.
Ahora bien, no se trata simplemente de volver a citar a esos autores, es cuestión de tomarlos como punto de partida y construir una alternativa. En ese sentido, la consigna de Simón Rodríguez, “inventamos o erramos”, parece hoy más vigente que nunca, en un contexto nuevo y desafiante. El mercado internacional es, entre muchas otras cosas, el encuentro de políticas de promoción y defensa de los intereses propios; más llanamente, políticas nacionales en juego. Es cuestión de construir la propia que derivará de la forma en que nos pensemos en el mundo. Nada imposible si hay un pensamiento que la respalde, una pasión que nos mantenga en la senda y una voluntad de construir una Nación soberana.


Autoestima

Reiteramos la idea, este proceso de transformación en las ideas es fruto de la forma en que hemos logrado detener, en estos ocho años, la larga decadencia que arrastrábamos. Que el proceso continúe no depende de una persona, por lúcida que sea, y menos de políticos o partidos que demostraron servir tanto para un barrido como para un fregado. Si así pensamos, estamos nuevamente en problemas. Esa larga decadencia no fue fruto de marcianos que nos sometieron a transitar un camino al que no quisimos entrar. Desandar esa senda es desaprender viejas prácticas que están instaladas todavía en nuestra forma de entendernos como sociedad y que nos dificultan pensar, desde nosotros, en el largo plazo. Ya lo decía Arturo Jauretche: El argentino es vivo de ojo y zonzo de temperamento’, con lo que quería significar que paralelamente somos inteligentes para las cosas de corto alcance, pequeñas, individuales, y no cuando se trata de las cosas de todos, las comunes, las que hacen a la colectividad y de las cuales en definitiva resulta que sea útil o no aquella viveza de ojo. En fin, tenemos mucho por andar y por aprender de nosotros mismos y de los demás países. Pero en esta instancia, reitero la idea central de estas notas: fruto de estos años hemos recuperado porciones de autonomía que creíamos perdidas, girones de justicia que creíamos imposible, un nivel de productividad que creíamos desaparecido en la historia y, sobre todo, mejoramos nuestra autoestima.
Aunque el lamento tanguero es parte de nuestro ADN, hoy parece lejano aquel decadentismo de Osvaldo Soriano que afirmaba que “nadie es del todo argentino sin un buen fracaso, sin una frustración plena, intensa, digna de una pena infinita”. Ese bandoneón de nuestro sentir seguirá estando, pero está claro que no somos sólo eso. Me viene a la memoria un viejo poema de Benedetti, “Defender la alegría”. Esa me parece que es la consigna de estos días. Defender la alegría, como actitud vital para buscar nuestra redondez. Sí, nuestra redondez. El Subcomandante Marcos señaló alguna vez que el neoliberalismo quería un mundo cuadrado, con rincones donde poner a la gente que sobra. Pero el mundo es redondo, sin rincones. Y ahí vamos entonces, con alegría, buscando la redondez de este hermoso país.

Juan Quintar

sábado, 8 de octubre de 2011

Entre Pink Floyd y Robinson: insumos para pensar la educación

Tengo en mente, siempre, y a veces con pavor, esa imagen de la educación que The Wall, esa maravillosa obra de Pink Floyd, grabó en todos nosotros. Porque no dejan de volver a mi esas preguntas que inquietan: ¿Hasta que punto aprendemos a pensar en nuestras escuelas y universidades? ¿Hasta que punto no estamos formateados para “pensar correctamente”? ¿Qué tipo de esfuerzo tenemos que hacer para desaprender ciertas cosas y luego para transmitir –en el caso de los docentes- una forma más creativa de confrontar con la realidad? ¿Cómo le hacemos para poder dar cuenta de las múltiples potencialidades de nuestro entorno? ¿Cómo aprendemos? ¿Cómo enseñamos? Uf, que cantidad de preguntas!! Pero se me multiplicaron cuando lo escuché a Ken Robinson,  un educador y escritor inglés, experto en asuntos de la creatividad, la calidad de la enseñanza, la innovación y los recursos humanos. Este hombre fue profesor de educación artística y portavoz del departamento de educación artística en la Universidad de Warwick. Robinson presidió además el comité consultivo nacional, en Inglaterra, sobre educación creativa y cultura, que realizó la mayor investigación de ese país sobre la importancia de la creatividad en la educación y la economía. Vean y escuchen esta reflexión de Robinson. Me pareció muy interesante.

Salú!!


Nota: Gracias a Susana por mandarme este link. Si Ud. no puede ver el pequeño video, o quiere descargarlo, búsquelo en You Tube aquí.






viernes, 30 de septiembre de 2011

La crisis financiera en boca de un protagonista

Ríos de tinta han corrido -y corren- para explicar las crisis financieras. No digo que están de más, pero a veces conversar con un protagonista ayuda a comprender la cuestión. Escuchen Uds a este corredor de bolsa. Sus respuestas son de una sinceridad que asombra... y enseña. Como decía un catalán... "el mundo está en manos de unos locos con carné".
Salú !!
Nota: gracias a Marcelo que me pasó el dato de este link.


jueves, 22 de septiembre de 2011

El siglo XX: Entre lo efímero y lo continuo


Artículo publicado en La Mañana de Neuquén, suplemento económico, el domingo 11 de setiembre. Fragmento de la Introducción al libro "Veintiuno" Juan Quintar (Comp.) Ed. Educo.

 

¿Cuánto ha cambiado el mundo entre principios y fines del siglo XX? La pregunta nos plantea un inmenso desafío. Nada más pensar en el desarrollo de los medios de comunicación, de la aeronáutica; en las grandes guerras, la exploración del espacio, la inestabilidad financiera, la expansión demográfica, por poner algunos ejemplos, abruma a cualquier cientista social que quiera hacer un análisis integrado del período. Porque cada uno de esos aspectos impacta de múltiples maneras en el conjunto, conformando una realidad casi inconmensurable. La intervención sobre el átomo, por caso, que revolucionó la mitad del siglo XX, hoy se presenta casi como “anecdótica” ante la posibilidad de crear, inventar o modificar organismos vivos con la manipulación genética. Y ello, como todo lo que se coloca en el límite de lo conocido, si bien soluciona viejos problemas, también abre nuevos de resolución incierta.
Definitivamente, las incertidumbres de principios del siglo XX no eran de esta naturaleza.

Por otro lado, el impacto de las grandes transformaciones no es menor al que provoca la velocidad con que las mismas se suceden y se incorporan a la vida cotidiana. Ese aceleramiento del cambio histórico agudiza el sentido transitorio, perecedero, de todo lo que nos rodea. A esto mismo se refería el novelista checo, Milan Kundera, cuando afirmaba que “hay un vínculo secreto entre lentitud y memoria, entre velocidad y olvido”; la primera es directamente proporcional a la intensidad del segundo. (…) “Nuestra época se entrega al demonio de la velocidad y por eso se olvida tan fácilmente a sí misma”, insiste Kundera. Al parecer, la centuria pasada nos dejó este ingrediente de sabor extraño en nuestras vidas: lo efímero.
Que esa etapa que acabó hace pocos años ha sido un siglo de transformaciones vertiginosas y de vivencias extremas, no hay duda de ello. También es cierto que por debajo de las grandes transformaciones de distinto orden, y buscando la permanencia que esa pátina de lo efímero nos oculta, la humanidad se enfrenta con desafíos muy parecidos a los que tenía a principios de siglo, aunque –obviamente- inmersos en una complejidad mayor.
Lejos de la abstracción propia de las ciencias sociales, las historias de vida suelen reflejar esas persistencias, quizá porque, como decía Lennon, “la vida es aquello que nos sucede mientras planificamos cosas importantes”, por lo cual, al momento de mirar para atrás y reconstruirla, ponemos en evidencia su continuidad. Pensemos, por ejemplo, en Roger Casement, que a principios del siglo XX fue testigo de lo que era capaz el poder del dinero. Nunca más pudo conciliar el sueño después de conocer, como describe Vargas Llosa en ‘El sueño del celta’, “las indescriptibles crueldades a las que podía llegar el ser humano azuzado por la codicia y sus malos instintos en un mundo sin ley”. Nunca lo abandonaron las imágenes de esas personas cuyas manos habían sido cortadas por no alcanzar a recolectar las cuotas de caucho que las empresas británicas exigían en el Congo o en el Amazonas. El relato de las masacres caucheras europeas, como su lucha nacionalista por la independencia de Irlanda, son testimonios de una época donde el irrefrenable e impune poder del dinero se abría camino sobre el resto del mundo, especialmente la periferia.
Buscando una voz que nos hable de los fines de este siglo, problemático y febril, nos encontramos con Stéphane Hessel cuya vida no necesita ser novelada. En su infancia estuvo rodeado de intelectuales como Walter Benjamin o artistas como Marcel Duchamp. Al estallar la Segunda Guerra se incorporó a la resistencia francesa y fue parte del equipo de De Gaulle. Detenido por los nazis, fue torturado y deportado al campo de exterminio de Buchenwald de donde reiteradamente trató de evadirse, hasta que logró su objetivo haciéndose pasar por muerto. Al terminar la guerra fue enviado -en representación de Francia- a las reuniones para conformar la Organización de las Naciones Unidas, con lo que, con apenas 28 años, fue uno de los redactores más jóvenes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Luego, como parte del Gobierno francés, integró el grupo de funcionarios que promovió la independencia de Túnez y Marruecos y el fin de la guerra de Indochina. Este sobreviviente del siglo, que carga actualmente con 93 años, publicó recientemente un libro en el que da testimonio del fin de la centuria con una frase: “En este mundo hay cosas insoportables”. ¿A qué se refiere? En primer lugar, a la naturaleza del sistema económico y a las dificultades del mundo de la política frente al mismo. Afirma: “Nunca el poder del dinero fue tan inmenso, tan insolente y tan egoísta, y nunca los fieles servidores de Don Dinero se situaron tan alto en las máximas esferas del Estado”. Así, descarnadamente, Hessel nos dice que a fin de siglo XX todos los controles que el mundo de la política ejercía sobre la economía están siendo eliminados, ya sea por razones políticas o ideológicas, o como respuesta a los intereses de influyentes grupos de presión.
La propuesta con la que Hessel termina sus reflexiones remite a los conceptos que guiaban esas luchas de fines del siglo XIX, y trae a la memoria la experiencia y las denuncias de Casement como la necesidad de volver a pensar, y actuar, desde los viejos conceptos que se desarrollaron al calor de las luchas sociales de la modernidad. Se trata, para Hessel, nada más y nada menos de que “el interés general se imponga sobre los intereses particulares y que el reparto justo de la riqueza creada por los trabajadores tenga prioridad sobre los egoísmos del poder del dinero”.
Estas vidas y testimonios, como los de Casement y Hessel, nos vienen a decir que por debajo de las grandes y vertiginosas transformaciones del siglo, y de su carácter fugaz, persiste una disputa; y nos remiten a la necesidad de renovar las viejas aspiraciones de la humanidad con la idea de que, como dirían los antiglobalizadores de principios de siglo XXI, un mundo mejor es posible.