domingo, 30 de agosto de 2020

No ves que estoy llorando...

Goyeneche en SUR

Esa enorme película de Pino Solanas, SUR, cuenta la historia de la dignidad perdida. La Mesa de los sueños, era el símbolo de lo inacabado de una Argentina justa y soberana. Para quienes quisieran verlo, esa mesa era una metáfora de FORJA. Pero el  tema aquí es otro: Roberto Goyeneche, el Polaco.

En SUR había un cantor, Amado, personaje creado por el director a la medida del Polaco. Era el padre de la protagonista (Susu Pecoraro), y uno de los integrantes de la Mesa e los Sueños. El libreto, escrito por Solanas, difícil exagerar su belleza, lo ponía al Polaco en una situación difícil. En verdad toda la cuestión lo era. El primer gran trabajo de Pino fue convencer al Polaco. Largas tardes en la casa del cantor de Saavedra, sobre la calle Melián, para sacarle un "si". Cuando le mostró el libreto el Polaco le dijo: “Yo no puedo memorizar todo esto Pino!!” 

Goyeneche, Marconi y Solanas-No polaco… no te asustes, vos ya sos un gran actor…

- Pero que decís… si… si yo nunca actué…

-Pero si vos cada vez que cantás actuás!!!

El Polaco estaba tan cerca del sí como de Tokio. Pino comenzó a desandar ese temor del viejo cantor cuando en sus narices rompió en pedazos el libreto y le dijo… “Hablame de Troilo”. Solanas, desde el ´74 se había quedado con ganas de hacer algo con la dupla. Pero esa es otra historia.

Lo cierto es que, pese a un rol casi protagónico, el Polaco tuvo pocas apariciones. Es que no era fácil, más bien era casi imposible para la naturaleza del Polaco. Un hombre sencillo, muy alejado de la actuación y de la memorización de emociones. Por ejemplo, uno de los primeros problemas fue justamente cantar: “Pero Pino… escuchame una cosa, yo no puedo hacer play back!!”. Ahí Pino se dio cuenta de ese "yo nunca actué".  A este hombre le resultaba imposible repetir una interpretación dos veces de idéntica manera, simplemente porque en sus labios y en su cuerpo cada momento era único e irrepetible. Era inimaginable grabar en estudios y que luego el Polaco “hiciera” como que cantaba. Imposible.  Los técnicos solucionaron el problema con unos micrófonos escondidos, en el cantor de Saavedra y en Néstor Marconi, (el bandoneonista había sido una condición del Polaco).

Las filmaciones de diálogos combinadas con canto, le daban pavor al cantor de Saavedra,  temblaba con la posibilidad de equivocarse en medio de tantos profesionales, simplemente no podía.  Para el director y los técnicos era siempre un desafío. Cierto día, aprovechando que estaba nublado y no podían filmar en exteriores (toda la filmación estuvo marcada por el mal tiempo) lo hicieron dentro de un bar. Pino le dijo, “intentemos Polaco, solo intentemos a ver que sale… sinó perdemos el día. Si sale mal, lo hacemos en otro momento, no hay problemas, pero intentemos”. Pino, con mucha habilidad, dedicó un largo tiempo a crear el clima de la filmación: “Vos sentate y vamos a ir viendo por donde viene la cosa…” Mientras los técnicos acomodaban las luces, sentó a Susú … y en torno a una mesa tomaban un vino, alguna cerveza, y el clima que se fue creando fue único. Pino se dio cuenta, miró duramente a sus técnicos para que a ninguno se atreviera a anunciar que comenzaba la toma…

Convencido de que era un ensayo, el cantor de Saavedra formuló su texto con tanta naturalidad que se animó a romper el libreto como bromeando y gastando a Pino. Susú le dió un beso a su padre ficticio y hubo un silencio profundo hasta que Pino mostró en su cara que la toma había terminado, entonces estalló una ovación y el director, emocionado, se acercó y abrazó al Polaco: " Que?! Me estaban filmando?!!" Solanas le explicó que no se hiciera problemas, que no sería necesaria otra toma. Relajado como nunca, sonriente, feliz, desde entonces el Polaco improvisó sin temores…

En su última aparición, el Polaco le dice a Floreal (Miguel Ángel Solá) que el “barrio está lleno de ausencias”, la mesa de los sueños ya había dejado de funcionar… “¿Ves allá? ¿Ves aquel gordo que durante treinta años lo sentí tocar detrás de mí? No le puedo perdonar que se me haya ido… el aire de su fueye me daba fuerzas para cantar…” La alusión a Troilo en el guión era tan evidente que el Polaco, que no sabía de actuaciones, luego de ese recitado, empezó a llorar. Pino advirtió el momento y, para consolarlo, caminó hacia él y le puso una mano en el hombro. El cantor de Saavedra, se sintió sorprendido en la intimidad de sus recuerdos y le digo: Pará Pino, no ves que estoy llorando

Fuente: Lomgoni, Matías y Vecchiarelli, Daniel, "El polaco: vida de Roberto Goyeneche". Ediciones Música Nuestra. Bs As, 2019.