martes, 8 de febrero de 2011

Por aquí pasa un río

Angel González es uno de esos grandes poetas que -al igual que Jaime Sabines- cuando se los conoce no se los puede dejar, y comienzan a acompañarnos en nuestras vidas, en las jornadas mas íntimas y en las mas efímeras de los días "comunes", si los hay. No hay en él nada acartonado ni forzado, parece que a este González le resultaba muy fácil darle un sentido poético de la vida. Como supo decir Sabina en la canción que le dedica en Vinagre y Rosas, González era un ángel menos dos alas.
Este poeta falleció en el 2008, pero cinco años antes el gran cantautor de Canarias, Pedro Guerra, lo convocó para hacer un disco musicalizando sus poemas. Así, Pedro y Angel hicieron ese bello CD que es La palabra en el aire. Uno recitando, el otro cantando, hicieron una conjunción memorable. Ahí va algo de eso... Que lo disfruten.
Salú !!


El libro de la risa y el olvido

El libro de la risa y del olvido, publicado en 1978, es el cuarto libro de Milan Kundera. Es evidente que en estos primeros textos ya estaban los grandes temas que recorren su obra: la dictadura, el exilio, las mujeres, el amor, la persecución ideológica, en fin, todos sus temas, ya están aquí en gestación.
Yo incursioné por primera vez en sus lecturas, como muchos, con La insoportable levedad del ser (1984) -que es el que le sigue al que estamos comentando- y ahora me doy cuenta lo fuerte que ha sido para este gran escritor el haber militado en el Partido Comunista, haber sido expulsado del mismo, luego reincorporado y finalmente expulsado sin retorno. Debió exilarse en Francia y cuando cayeron los regímenes socialistas pudo volver a su país. Para entonces ya había trabajado de muchas cosas, pianista de jazz, entre otros oficios. Su vida de compromiso estuvo fuertemente signada por las idas y venidas de su Checoslovaquia natal y sobre todo por el stalinismo. De manera que esos grandes temas son la columna vertebral de toda su obra que, como sabemos, nunca fueron tan bellamente desarrollados por él como en su primera novela, La Broma (1965), o en La insoportable…

Hay momentos en que la lectura del libro nos mantiene en un suspenso agradable, pero demasiadas veces el autor se sumerge en un tipo de escritura muy cercana al ensayo, tal como lo hace en La ignorancia (2000), y se pone tedioso. No obstante, el libro tiene cosas bellísimas. Por ejemplo, es aquí muy entretenida la forma en que vincula la velocidad de la vida con la memoria y el amor, tema que despliega mas detalladamente en su corta novela La Lentitud (1994); de la misma manera que el tema de la tendencia a fundirnos en el amor a la vez que distanciarnos de él cuando sentimos que nos perdemos –cuestión que aborda luego en La Identidad (1996)-; los ribetes e implicancias de la militancia en un partido dogmático y verticalista como el Comunista; el impacto de la invasión soviética en la sociedad chequa, etc. , son todos temas desarrollados en este libro. Parece ser uno de los textos más autobiográficos de Kundera. El libro tiene lo suyo, pero está  muy lejos de ser lo mejor de su producción.

Millenium no es lo que viene

El hombre se veía tostadito, el mar le había sentado bien. Fidel estaba de nuevo con sus  sus tijeras y clientes después de unas merecidas vacaciones y, en medio de los comentarios habituales sobre el paseo veraniego, me disparó: Juancito…! tengo algo para recomendarte! Hay una trilogía de policiales… Mirá papá… solamente dos palabras: Im presionante. Y comenzó a comentar con entusiasmo la trilogía Milleniun, del sueco Arden Oplev. Se posesionó de tal manera, que cuando la descripción entraba en las escenas sangrientas su cliente veía con  inquietud el movimiento de las tijeras. Yo habría sentido lo mismo. Fidel parecía Jhonny Deep en El joven manos de tijeras, y no paraba de hablar y gesticular. Pero en determinado momento se detuvo, miró al espejo y dijo: “Y pensar que es Suecia, che…!! Jamás creí que ese tipo de Estados tuvieran una mafia adentro!! Se nos cae todo papá…!! Lo único que falta ahora es que a los suizos le empiecen a andar mal los relojes y que los yankees ganen el mundial!!
 Inmediatamente reconocí lo agradable que era reencontrarme con mi amigo. Pero, como siempre sucede con sus comentarios, me llevó a pensar en lo que me dejaron esos hermosos policiales que también había visto.
Efectivamente, tal como lo dijo Fidel, se trata de un gran policial cuyo eje es la colonización del  Estado por las mafias, pero también está ahí el papel del periodismo independiente. No obstante, la mafistización del estado es lo que llama la atención en este nuevo cine sueco. En realidad es un tema de enorme actualidad y está desatando interesantes debates en todo el planeta.
No es la primera vez que -en estos tiempos- el cine del primer mundo habla del tema. El Oscar 2003 a la mejor película extranjera, Las invasiones bárbaras, comienza con escenas donde un canadiense reparte “coimas” a diestra y siniestra en el sistema de salud estatal de su país, para que el padre pueda ser decentemente atendido. 
Pero Millenium pone el ojo en un tema muy sensible en nuestros días: la seguridad. Porque se trata de la colonización del Estado por parte del crimen organizado. Las organizaciones que usan las instituciones públicas para llevar adelante sus actividades de trata de personas, prostitución, tráfico de drogas, secuestros extorsivos y robo de todo tipo.

Para América Latina es un tema clave en todos los países. Según la Organización Panamericana de Salud, el delito organizado se ha multiplicado en su capacidad de infiltrar al Estado: la trasnacionalización de las pandillas juveniles en Centroamérica; los “zetas” y el copamiento narco del estado mexicano; el descontrol narco y delictivo en Brasil y la novedad del crimen organizado en Chile y Uruguay, que venían escapando de este flajelo, son parte del cuadro. En Argentina tenemos lo nuestro. Según la citada organización, nuestro país se ha consolidado como tránsito narco.

De la quiniela a la trata de personas.

Para Ricardo Ragendorfer (autor de La bonaerense: Historia criminal de la Policía de la Prov. de Bs As) el estigma de la corrupción y la colonización delictiva del Estado cruza la historia de todas las fuerzas de seguridad. Está claro que el gran foco es la bonaerense, que con sus 50.000 efectivos es la mayor fuerza de seguridad del país. Allí –y en toda la nación, sobre todo en las viejas provincias, dice Ragendorfer - la connivencia con la organización del delito es y ha sido parte del sistema de supervivencia de las policías. Y en eso hay una historia. Del viejo encubrimiento de la quiniela de barrio y de zonas liberadas para robos se ha pasado, dictadura mediante, a una organización cuasi empresarial en los años ‘90. Dice Ragendorfer en un artículo reciente (el Dipló nº139): En el caso de la bonaerense, cada comisaría debía recaudar unos 15 mil dólares por mes. La mitad se repartía entre el comisario, el subcomisario, y el servicio de calle, en tanto que la otra mitad subía hacia las departamentales, donde tenía lugar un reparto idéntico: la mitad queda en el lugar y el resto sube a la jefatura. Para tener una idea de la recaudación: en la Prov. de Buenos Aires hay 300 comisarías. Estos índices de facturación, pese a los intentos de reforma, se mantienen.
En la misma publicación que cité Fernanda Balatti revela algo que todos suponemos, que en la trata de personas participan los funcionarios del estado. Se han documentado –dice Balatti- casos en los que la policía devolvió a su cautiverio a jóvenes que habían acudido a la comisaría en busca de ayuda, luego de escapar de sus explotadores...(en José C. Paz, por ejemplo) en otros casos altos funcionarios municipales cobraban sobornos para anticipar allanamientos de modo que las mujeres traficadas pudieran ser trasladadas, evitando su liberación (hay causas en Córdoba, Chubut y Bs As). En fin, pareciera que Millenium no es lo que viene, ya está entre nosotros.


¿Frente al delito igual que frente a la economía?

Es curioso que el tema “seguridad ciudadana” sea de creciente preocupación con gobiernos latinoamericanos tan sensibles con la cuestión Derechos Humanos. Uno puede ensayar varias respuestas que van desde el simple -y peligroso- sentido común, el descartar el tema porque “lo infla Clarín” o reflexionar a partir de escuchar o leer a los que saben.
Marcelo Saiñ, ex viceministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires y ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, pero sobre todo estudioso de estos temas desde una perspectiva contrapuesta a la tradicional y simple “mano dura”, acaba de publicar Reforma policial en América Latina. Es muy interesante lo que plantea.
Pareciera haber una gran similitud con los procesos económicos. Así como en los ochenta el progresismo, o el centro izquierda, no tenía un programa “económicamente sólido” y el neoliberalismo se presentaba como la única receta; así también parece que sucede hoy con la seguridad. La centro izquierda latinoamericana, en estos temas, parece muy lejos de ganarle -o al menos disputarle- el sentido común a la derecha. Saiñ señala que “aún no han logrado abordar plenamente la cuestión de la reforma policial”, de manera que el riesgo es, nuevamente, que la derecha venga a resolver el tema, con la receta ya conocida: mayor discrecionalidad policial, recortes a los controles democráticos, reformas en la legislación penal, en especial contra jóvenes y pobres, etc. La reciente ocupación militar de las favelas en Río de Janeiro podría estar en esa línea. Según Eduardo Soares, especialista en el tema de la seguridad en Brasil, se está produciendo allí un cambio de modelo en el delito organizado. La ocupación territorial clásica de las organizaciones delictivas se ha vuelto pesada, cara y arcaica. La milicia va imponiendo otro modelo.

El tema es inconmensurable y nos envuelve una molesta sensación de incertidumbre cuando nos asomamos a él. Pero bueno, es a lo que me remitió el comentario de mi amigo peluquero sobre Millenium. Si ese cuadro de situación ya está instalado entre nosotros, habrá que ver entonces de que manera la sociedad civil y aquellas porciones no colonizadas del Estado enfrentamos la situación.
(Publicado en La mañana de Neuquén, suplemento de Economía, domingo 27 de febrero de 2011)

Volviendo a Arcand

Lo que logra Denys Arcant no es muy común. Uno se apoltrona en el sillón para ver sus películas y se sensibiliza, reflexiona sobre la vida y la sociedad y, además… mantiene o recupera el buen humor. De manera que resulta muy grato volver a sus películas. Porque no es sencillo encontrar miradas críticas sobre la vida actual que a la vez se rían de lo que somos, lo que pensamos y de cómo actuamos. Denys Arcand, el cineasta canadiense, se especializa en eso. Nunca cae en cesudas y aburridas miradas militantes porque no abandona el humor, la sátira, ni las emociones de la existencia cotidiana. Diríamos más: el humor y los afectos son sus mejores compañeros para la crítica social. La perorata viene a cuentas de que volví a ver dos películas: El Oscar a la mejor película extranjera del 2003 y su última realización. Y contradiciendo el dicho de que no hay segundas partes buenas, las disfruté mas que antes. Y esta vez me tomé solo dos "fernandos" (en cada una). Salú

Las invasiones bárbaras (2003).

De sus películas diría que, al estilo Arcand, es la más política. Digo al estilo Arcand porque, como en lo cotidiano, la política es parte de la vida y transcurre con dramatismo y humor, todo mezclado. Entonces nos encontramos con un film en que la corrupción y mafistización del Estado (hoy un tema muy fuerte) se combina con la problemática relación padre – hijo; la mirada sobre los genocidios en el siglo XX con el sexo; la vaciedad de la vida moderna con el cretinismo de la militancia progresista; el sentido de la vida con la crisis de los estados de bienestar y, por supuesto, el amor. El amor, por los costados y como necesidad de todos. Las invasiones bárbaras: Una joyita para volver a ver.
  
La edad de la Inocencia (2007)

En nuestro mercado y en Internet está también con el título La edad de la Ignorancia. Aquí Arcant entra a la crítica de la sociedad actual a través de la existencia masculina, del agobiante lugar en que la sociedad le exige al hombre colocarse. Para los argentinos memoriosos, la película remite directamente a “Las puertitas del Sr López” (la gran historieta de Trillo y Altuna). Con humor ácido, con crítica mordaz, con un sentido dramático fuerte que transmite el dolor del desamor y la muerte, Arcand nos lleva de la mano a ver cómo este hombre de una existencia exagerada y deliberadamente mediocre (para resaltar lo que se exige de él) decide abandonar todas esas demandas propias y ajenas, para darse otra oportunidad en una vida que tiene la sencillez, la vitalidad y el colorido de aquellos cuadros simples y hermosos de los grandes pintores. Termina su inocencia, o su edad de la ignorancia, cuando se decide a descubrir lo inmenso de las pequeñas cosas. Y todo, con humor y dramatismo, como en la vida. Otra joyita para volver a ver.
Les dejo el trailer de "La edad de la inocencia", a ver si se entusiasman y vuelven Uds también a este cine bellísimo. Salú.