Inmediatamente reconocí lo agradable que era reencontrarme con mi amigo. Pero, como siempre sucede con sus comentarios, me llevó a pensar en lo que me dejaron esos hermosos policiales que también había visto.
Efectivamente, tal como lo dijo Fidel, se trata de un gran policial cuyo eje es la colonización del Estado por las mafias, pero también está ahí el papel del periodismo independiente. No obstante, la mafistización del estado es lo que llama la atención en este nuevo cine sueco. En realidad es un tema de enorme actualidad y está desatando interesantes debates en todo el planeta.
No es la primera vez que -en estos tiempos- el cine del primer mundo habla del tema. El Oscar 2003 a la mejor película extranjera, Las invasiones bárbaras, comienza con escenas donde un canadiense reparte “coimas” a diestra y siniestra en el sistema de salud estatal de su país, para que el padre pueda ser decentemente atendido.
Pero Millenium pone el ojo en un tema muy sensible en nuestros días: la seguridad. Porque se trata de la colonización del Estado por parte del crimen organizado. Las organizaciones que usan las instituciones públicas para llevar adelante sus actividades de trata de personas, prostitución, tráfico de drogas, secuestros extorsivos y robo de todo tipo.
Para América Latina es un tema clave en todos los países. Según la Organización Panamericana de Salud, el delito organizado se ha multiplicado en su capacidad de infiltrar al Estado: la trasnacionalización de las pandillas juveniles en Centroamérica; los “zetas” y el copamiento narco del estado mexicano; el descontrol narco y delictivo en Brasil y la novedad del crimen organizado en Chile y Uruguay, que venían escapando de este flajelo, son parte del cuadro. En Argentina tenemos lo nuestro. Según la citada organización, nuestro país se ha consolidado como tránsito narco.
De la quiniela a la trata de personas.
Para Ricardo Ragendorfer (autor de La bonaerense: Historia criminal de la Policía de la Prov. de Bs As) el estigma de la corrupción y la colonización delictiva del Estado cruza la historia de todas las fuerzas de seguridad. Está claro que el gran foco es la bonaerense, que con sus 50.000 efectivos es la mayor fuerza de seguridad del país. Allí –y en toda la nación, sobre todo en las viejas provincias, dice Ragendorfer - la connivencia con la organización del delito es y ha sido parte del sistema de supervivencia de las policías. Y en eso hay una historia. Del viejo encubrimiento de la quiniela de barrio y de zonas liberadas para robos se ha pasado, dictadura mediante, a una organización cuasi empresarial en los años ‘90. Dice Ragendorfer en un artículo reciente (el Dipló nº139): En el caso de la bonaerense, cada comisaría debía recaudar unos 15 mil dólares por mes. La mitad se repartía entre el comisario, el subcomisario, y el servicio de calle, en tanto que la otra mitad subía hacia las departamentales, donde tenía lugar un reparto idéntico: la mitad queda en el lugar y el resto sube a la jefatura. Para tener una idea de la recaudación: en la Prov. de Buenos Aires hay 300 comisarías. Estos índices de facturación, pese a los intentos de reforma, se mantienen.
En la misma publicación que cité Fernanda Balatti revela algo que todos suponemos, que en la trata de personas participan los funcionarios del estado. Se han documentado –dice Balatti- casos en los que la policía devolvió a su cautiverio a jóvenes que habían acudido a la comisaría en busca de ayuda, luego de escapar de sus explotadores...(en José C. Paz, por ejemplo) en otros casos altos funcionarios municipales cobraban sobornos para anticipar allanamientos de modo que las mujeres traficadas pudieran ser trasladadas, evitando su liberación (hay causas en Córdoba, Chubut y Bs As). En fin, pareciera que Millenium no es lo que viene, ya está entre nosotros.
¿Frente al delito igual que frente a la economía?
Es curioso que el tema “seguridad ciudadana” sea de creciente preocupación con gobiernos latinoamericanos tan sensibles con la cuestión Derechos Humanos. Uno puede ensayar varias respuestas que van desde el simple -y peligroso- sentido común, el descartar el tema porque “lo infla Clarín” o reflexionar a partir de escuchar o leer a los que saben.
Marcelo Saiñ, ex viceministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires y ex interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria, pero sobre todo estudioso de estos temas desde una perspectiva contrapuesta a la tradicional y simple “mano dura”, acaba de publicar Reforma policial en América Latina. Es muy interesante lo que plantea.
Pareciera haber una gran similitud con los procesos económicos. Así como en los ochenta el progresismo, o el centro izquierda, no tenía un programa “económicamente sólido” y el neoliberalismo se presentaba como la única receta; así también parece que sucede hoy con la seguridad. La centro izquierda latinoamericana, en estos temas, parece muy lejos de ganarle -o al menos disputarle- el sentido común a la derecha. Saiñ señala que “aún no han logrado abordar plenamente la cuestión de la reforma policial”, de manera que el riesgo es, nuevamente, que la derecha venga a resolver el tema, con la receta ya conocida: mayor discrecionalidad policial, recortes a los controles democráticos, reformas en la legislación penal, en especial contra jóvenes y pobres, etc. La reciente ocupación militar de las favelas en Río de Janeiro podría estar en esa línea. Según Eduardo Soares, especialista en el tema de la seguridad en Brasil, se está produciendo allí un cambio de modelo en el delito organizado. La ocupación territorial clásica de las organizaciones delictivas se ha vuelto pesada, cara y arcaica. La milicia va imponiendo otro modelo.
El tema es inconmensurable y nos envuelve una molesta sensación de incertidumbre cuando nos asomamos a él. Pero bueno, es a lo que me remitió el comentario de mi amigo peluquero sobre Millenium. Si ese cuadro de situación ya está instalado entre nosotros, habrá que ver entonces de que manera la sociedad civil y aquellas porciones no colonizadas del Estado enfrentamos la situación.
(Publicado en La mañana de Neuquén, suplemento de Economía, domingo 27 de febrero de 2011)
(Publicado en La mañana de Neuquén, suplemento de Economía, domingo 27 de febrero de 2011)
Solo dos palabras "im presionante" Sr Quintar.
ResponderEliminarJe je.... muchas gracias !!!! je je
ResponderEliminarla serie entera de Millenium esta en diez capítulos en youtobe... tiene crimen, secretos a develar, amor y sexo, acción... muestra el alcance profundo y escondido de la cultura misoginia... muy arraigada en los países occidentales más "modernos"... alta película!!
ResponderEliminarMuy buena la nota, Juan.
ResponderEliminarEl tema de la colonización del Estado en los países latinoamericanos no es nuevo, quizá el concepto “colonización”, sí lo sea y habría que ver si realmente es operativo para describir una problemática tan compleja. Por ahora funciona como una buena metáfora. En realidad, la falta de capacidades por parte del Estado viene siendo estudiada por politólogos desde los ’90, digo estudiada, el diagnóstico es mucho más antiguo. Remito a posibles interesados al artículo de O’Donnel, “¿Otra Institucionalización?”, donde señala la ineficacia del Estado para cumplir y hacer cumplir la ley. “Democracias delegativas” es otro artículo en el que se encarga del tema. Esta vuelta al estudio del Estado en los ’90 no es casualidad, la aplicación de las políticas neoliberales en toda la región significó, como todos sabemos, un debilitamiento aún mayor de nuestros ineficaces Estados. Estas reflexiones sobre la falta de capacidades nos pueden brindar buenas herramientas para reflexionar sobre el problema de la colonización del Estado.
Que buen comentario Marce !!! Buenísimo, gracias!!!
ResponderEliminarJ.Q.
LAS PURGAS NO SON EFICACES, SE VUELVE A TENER CONSTIPACIÓN. ALBERTOFERNANDEZ.
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