Hay quienes damos un gran
rodeo para darnos cuenta que la vida es un milagro que se descubre en la
elegancia y la grandeza de las pequeñas cosas. Hay otros privilegiados que,
vaya a saber porqué razón, simplemente viven ese milagro como algo cotidiano, simple
y asombroso a la vez. Pues bien, La fortuna de vivir, es una hermosa película
de de Jean Becker, que trata de estas cuestiones: la transformación de la vida
cuando disfrutamos de las pequeñas cosas. Cuando uno termina de verla parece
resonar en nuestro oído aquella canción de Serrat: De vez en cuando la vida
afina con el pincel, se nos eriza la piel y faltan palabras, para nombrar lo
que ofrece a los que saben usarla. Es que “saber usarla” es todo un arte,
para lo cual hay que desaprender mucho y atreverse a andar, sentirse orgulloso
de formar parte de la vida de ese amigo, capaz de reconocer el amor cuando
aparece, saber pasar el tiempo con sentido, y también sin sentido, simplemente
pescando ranas, caminando por las orillas de un río o dejando que la música se
apodere de nuestros sentidos. La Fortuna de vivir es una película para ver,
para disfrutar. Uno puede identificarse –de a ratos- con uno u otro de estos
amigos que ensayan distintas formulas para darle sentido a su existencia, y
sentirla. Pero indefectiblemente nos lleva a pensar la forma en que andamos
nuestro camino. Una delicadeza que conviene tener en cuenta cuando vamos al
video club.
Salú !!
J.Q.