La noche era cálida. Sonaban
guitarras, tres, maracas y congas… danzón, rumba, son, mambo, salsa… Todo se
mezclaba esa noche en las calles de Trinidad… Los sonidos venían de la Casa de
la Trova… del Club del Danzón o de la Plaza de la Música. Quien escribe estas
notas caminaba relajado, disfrutando del espectáculo callejero: Gentes de todas
partes del mundo y la morenidad residente se mezclaban gozando el transcurrir
en aquella rítmica nocturnidad… La música y la combinación de pieles al ritmo daban
la sensación de que en estos lugares se destiló la sensualidad y luego fue
repartida por el mundo. Bello era caminar por las calles de esta ciudad que
está por cumplir 500 años y que alberga sorpresas expuestas a la vista del caminante.
Pues bien… arropado por esa
atmósfera, llamó mi atención un hombre humilde y sencillo. El sujeto caminaba
cansinamente empujando algo parecido a una carretilla, claramente echa por él con
restos de maderas rescatadas de antiguos usos. No me sorprendió, todo en Cuba
se re inventa y re utiliza. En la parte delantera del aparato había una
inscripción, cuyo estilo no desentonaba con la precariedad del transporte: “Taxi Luis”
Me gustó la imagen, graciosamente
atractiva. Se cruzaron las miradas y fue suficiente para que se iniciara el
diálogo. Se sabe que en cualquier parte de Cuba nada es tan sencillo como
conversar en la calle.
- No me va a decir que allí lleva gente Don Luis!!! Lo usa realmente como taxi?
- No me va a decir que allí lleva gente Don Luis!!! Lo usa realmente como taxi?
- No, chico!!! jajaja, es para llevar
equipaje!!! Ud. es argentino, verdad? De
que parte?
- De la Patagonia.
- Un gusto!!! (nos estrechamos la mano). Pero dígame…
de qué provincia?
- De Neuquén.
- Haaa vecino de Cipolletti…!! ahí donde el Río Limay
y el Neuquén se juntan para hacer el Río Negro, no?
Automáticamente miré mi entorno y
pensé… “esto no puede ser cierto”. Era
como una de esas situaciones que preparan los programas de cámara oculta.
- Pero Ud. conoce Neuquén?!!
- No, no, chico!!! Que la carretilla no me lleva
hasta allá!!! Jajaja, pero tengo un
poema escrito para Neuquén, espere un minuto… tiene tiempo?
- Jajajajaja… me está diciendo en serio?!!!
Jajajaja claro!!!
Don Luis desató una bolsita de
cuadernos que llevaba en su carretilla y, obviamente, nos sentamos en la vereda
a conversar, mejor dicho, él a recitar y yo a escuchar. Sorprendido, alegre, lo
escuché primero con lo que más le gustaba: el tango y la vida de Gardel. Luego
siguió describiendo la geografía y la historia de mi provincia: sus ríos, el
genocidio de los pueblos originarios, las araucarias, la cercanía de Chile y su
influencia cultural…, etc. etc. Todo estaba en sus poesías. Don Luis sabía más
de tango que muchos de los milongueros que conozco y de Neuquén, mucho más que
el común de los neuquinos.
La particularidad de la noche era
ya disfrutable, pero esta sorpresa la hacía increíble. Es un lugar común
escuchar de lo extendida que está la educación en Cuba, y había tenido ya muchos
testimonios al respecto, pero éste excedía todo y desafiaba la capacidad de
asombro de este argentino devenido en caminante nocturno.
Con una sonrisa de oreja a oreja,
lo invité con una cerveza –yo tomé una malta, exquisita- ambos estábamos muy
contentos con el encuentro, nos despedimos. Él agradecido con mi escucha, yo
por sus saberes y su forma de transmitirlos.
Pero la historia no terminó allí…
esa misma noche Don Luis y su “taxi” iban a ser motivo de otro particular encuentro,
donde las sorpresas no terminarían y la poesía se combinaría con la Policía
Nacional Revolucionaria (PNR) y la estupidez en la que suele sumergirse toda
burocracia. Esa segunda parte ya me pareció desopilante, pero lo dejamos para
otro post.
Salú !!!
Juan, excelente relator. Trinidad brinda un plafón espectacular. Muy cierto lo del conocimiento e información de los cubanos sobre Argentina, realmente sorprende. Siga relatando mi amigo, lo hace muy bien. Abrazos.
ResponderEliminarGracias Otto !!! Muchos abrazos...!!!!
EliminarMe encantó
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