lunes, 19 de diciembre de 2011

O'Donnel y Quiroga: ¿la monotonía como utopía?

Las opiniones que me llegaron (en forma electrónica o verbal) sobre la discusión que abrió la creación del Instituto Dorrego me hicieron volver a ver el programa de Hugo Quiroga, El refugio de la cultura, en donde se realiza una entrevista a Pacho O'Donnel y a Araceli Bellota .
El programa en cuestión (que habitualmente miro) tiene en esta entrevista mucha tela para cortar, y es particularmente rico para reflexionar, justamente, sobre la historia. Sobre lo que nos pasó en el s.XX y sobre cómo fue que llegamos a donde llegamos, particularmente a mediados de los setenta.

Tanto Quiroga como O'Donnel construyen una argumentación donde insisten con que no hay mas que un ellos -el diario La Nación, la historia "liberal mitrista", etc.- y un nosotros. Una historiografía que corresponde a un país malo y otra que corresponde a un país bueno. Dos países irreconciliables. 
En este esquema, el otro es reducido a una uniformidad "a la carta". La enorme variedad de producción historiográfica argentina desaparece en segundos. Aquí está la entrevista en cuestión (viene después del maravilloso poema de Nicanor Parra, es decir al minuto 5,07):


 

Cuando volví a ver el programa me vino a la memoria Graciela Scheines, en Metáforas del fracaso (premio Casa de las Américas 1991). Allí, en ese deslumbrante ensayo, hace referencia a éste tipo de razonamientos que despliegan Quiroga y Pacho O'Donnell, donde el país real queda enmascarado por un esquema, por un mapa bicolor que se impone con la prepotencia de las alternativas binarias. La compleja trama con que está tejido el país, la tela de incontables hilos multiconectados, pasa desapercibida por miopía ideológica. El ruido de las polémicas interminables que producen estos esquemas binarios [...] silencia las voces de los argentinos de carne y hueso que no encajan en ningún casillero.
El planteo de Scheines no se detiene allí, lo lleva justo al lugar que nos quema cuando nos detenemos a pensar en nuestro pasado (y nuestro futuro). Ese esquema binario -por pretención absolutista o por ignorancia- reduce los matices y las contradicciones del país real: civilización o barbarie, restauración o muerte, liberación o dependencia, peronistas antiperonistas, Argentina visible o Argentina invisible. La aspiración suprema es simplificar aún mas la realidad, reducir la dicotomía a un término solitario sin oposición, al triunfo total del país bueno, al color único, a lo Uno absoluto. De la dicotomía a la monotonía: esa es la Utopía, desgraciadamente, para muchos argentinos. Hasta aquí Graciela Scheines y su memorable ensayo.

Esto es lo que dicen O'Donnell y Quiroga: No hay mas que un nosotros y un ellos, no existe otro tipo de reflexión posible. Todo es resumido a ese esquema binario, la gran diversidad de la producción historiográfica argentina es eliminada en favor de ese esquema en el cual perdemos todos. Porque, como siempre, la solución tiende a ser la desaparición del país malo (debo recomendar que desaparición no sea leído como metáfora).
Creo que no debe dejarse de observar críticamente este tipo de razonamientos. Albert Camus advertía en La peste que los gérmenes de las violencias masivas duermen en las sociedades y, en determinado momento, como cualquier proceso que necesita de ciertas condiciones para madurar, los bacilos se convierten en peste. Creo que el razonamiento que se despliega en esta edición del Refugio de la cultura, tiene que ver con estos bacilos que habla Camus.

Pero no se trata de demonizar a nadie. Nada mas lejos. Se trata de poner en evidencia un rasgo de nuestra cultura política que se viene elaborando desde el s.XIX y que en el s.XX fue obstinadamente cultivado y abonado. Para ir terminando, vuelvo a Octavio Paz: a todos nos habita un adversario y combatirlo es combatir con nosotros mismos. Esa lucha, ya no íntima sino social, ha sido la sustancia de la historia de nuestros pueblos durante los dos últimos siglos. Bueno, eso no significa que deba seguir siendo así, como si fuésemos presos de una fatalidad. Para salir de esa senda son bienvenidos todos los esfuerzos para construir una mirada menos maníquea de la sociedad y la política argentina.
Juan Quintar

2 comentarios:

  1. Vuelvo a la polemica. Existe un "ningún casillero". Su misma expresión implica que ese ningún casillero es un lugar, donde uno se quiere poner, fuera de...si se quiere, pero opta, no es un espectador inocente, menos los autores que escriben esto.
    En definitiva bienvenido el nosotros, pues en el ágora, no en la enorme producción historiografica, sino en el casillero de "ellos" finalmente hemos logrado objetivarlos hay un nosotros. Antes el nosotros eran ellos y nosotros los ellos pero que nunca podiamos expresarnos como los ellos se expresan hoy.
    Cuando Gramsci habla de la contrahegemonia se refiere a la construcción de otro hegemonia, de eso se trata en definitiva esta historia, quién ejerce la hegemonia. Ahora no se ejerce del todo por los ellos, porque nosotros aún distamos mucho de tener una hegemonia.
    Daniel Blanco

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  2. Y bueno... como me dijo un amigo respecto a estos argumentos: "Los bacilos no vacilan..."
    Abrazón

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